Roberto Díaz, ya integrado al Grupo El Pan Duro presentó su primer libro de poemas para acceder a su publicación, cuando ya según lo concertado con la Editorial La Rosa Blindada, ellos editarían el libro que los integrantes del Grupo seleccionaran. Y así fue como su libro "Epitafio del gris" resultó el elegido y como tal fue editado por La Rosa Blindada en 1965.
En el libro "La verdad sobre EL PAN DURO-Grupo de Poesía(1955-1964" (Marcelo Oliveri Editor-2007), escribíamos como pie de página a la semblanza y ubicación literaria de Díaz: "Roberto Díaz publicó además los siguientes libros de poemas:"Rocío en la piedra"(Editorial Stilcograf-1968), "Esta ternura compartida" (Ediciones Gente de Buenos Aires"-1973), "El límite del ojo" (Madrigal Ediciones-1976), "Toda sed y toda fuente"(Editorial Vosgos, Barcelona, España-1988), "Umbral de otoño"(Barroco Ediciones-1990), "Viajero de estas aguas"(Ediciones La Ciudad-1997), "Memoria que nos oye pasar"(Carpeta selección de su obra poética, Ediciones Gente de Buenos Aires-1998), "Corazón que se abriga"(Ediciones La Ciudad-2000), "Oscuro labio de la noche"(Andrómeda Ediciones-2004) y "Música de ausentes" (Editorial Dunken-2006). Su obra integra además diversas Antologías en el país y en el exterior (España y México, varias). Ha publicado también un volumen de Crónicas periodísticas y algunas de sus canciones figuran en distintas Antologías"
(del género ciudadano, al que ha aportado valiosos y calificadas obras poéticas, agregamos aquí.)
De su último libro de poemas "Música de ausentes", reproducimos aquí, de su primera parte La Canción del Pez, la poesía que en lugar de titular, numera, en este caso:
I
El agua fue el origen;
mares y vientos emplearon sus manos
para ceñir nuestro destino.
Somos de carne líquida, somos arroyos
tormentosos y calmos,
somos el curso por donde navegan
proas de muchos dioses.
Estamos hechos de algas escurridizas,
de lluvias guarecidas en los poros,
de un salobre clamor,
de playas solitarias y remotas.
Somos la continuación de la tormenta,
la furia de aquel rayo que se volvió un anfibio,
la ola mayor, el cielo en su quejumbre,
y siglos que tuvieron que secarse
para llegar aquí,
donde tú y yo, sudorosos y hambrientos,
soltamos agua con sabor a ternura,
un documento que habla por sí mismo
y es la infinita construcción del mundo
en un abrazo.
Roberto Díaz
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