las pisadas de las hojas nos siguen
y la niebla aparece
arrastrando la mano más negra de la noche
el tiempo adivina lo que estamos pensando
(la última flor que se dehoja
el último verde que se pierde en la aurora
y el sol de la mañana
tan ausente y tan frío)
el tiempo lo adivina
nos deja sutilmente que observemos la hora
esa lenta agonía de las cosas que nos cercan
cómo cambia el paisaje adentro de los ojos
cómo el aire se lleva la alegría
los árboles desnudos nos miran y comentan
qué extraños parecemos
en la mitad del derrumbe
qué más viejos estamos
ahora que otro verano se enfría a nuestros
pies
* poema extraído del libro EL LÍMITE DEL OJO; Roberto Díaz, Madrigal Ediciones, 1976.
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