lunes, 30 de junio de 2008

¿QUE TANGO HAY QUE ESCRIBIR?

Apuntes y reflexiones para una poética del tango actual

por Héctor Negro

En su libro "Evaristo Carriego"(capítulo XI:Historia del Tango-Las letras), escribió Jorge Luis Borges hace más de medio siglo, refiriéndose justamente a las letras de tango:..."también podríamos decir que éstas forman una inconexa y vasta comedie humaine de la vida de Buenos Aires. Es sabido que Wolf, a fines del siglo XVIII escribió que la Iliada, antes de ser una epopeya fue una serie de cantos y de rapsodias; ello permite, acaso, la profecía de que las letras de tango formarán con el tiempo, un largo poema civil, o sugerirán a algún ambicioso la escritura de ese poema..." Esta conclusión no es más ni menos que el reconocimiento, con la perspectiva del tiempo, del valor testimonial de los versos de nuestro cancionero popular ciudadano por excelencia. Sin incursionar en este caso en otros aspectos como el alto nivel y el vuelo literario de buena parte de ese cancionero, que suele alcanzar y habitar el territorio de la auténtica poesía.

El valor de una herencia enriquecedora

Para cualquiera que recorra con cierta curiosidad e interés esos textos que llenan centenares de antologías, publicaciones en revistas y sirven de innumerables ejemplos en serios estudios de época, ensayos e historias de la vida y costumbres de las ciudades y pobladores urbanos de todo el radio de influencia del espíritu rioplatense y algo más, ha de resultar fácil llegar sin mucho esfuerzo a esta comprobación. Y para quien no desee tomarse ese grato trabajo, basta que recurra al sinnúmero de grabaciones de distintas épocas e intérpretes para llegar a la misma conclusión. Al márgen del tratamiento de los grandes temas de la peripecia humana: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la esperanza, el cariño y devoción del hijo hacia su madre, la amistad, etc., ha de encontrar en los tangos de todas las épocas los verdaderos testimonios de la realidad de cada tiempo. De lo social, lo paisajístico, lo cotidiano, los personajes de la vida diaria, los hechos y avatares de la aventura de su gente, mucho de lo admirable de ella y también algo de lo desdeñable, ya que el tango le cantó a la vida misma en todos sus aspectos, sin ocultar sus miserias (materiales y morales). Producto de la observación e inspiración de sus poetas populares y de sus modestos vates o cronistas que no eludieron las aristas multifacéticas ni los claroscuros propios de las épocas en que cantaron a su pueblo con entera fidelidad.

Si bien el tango no fue el cronista urgente y puntual de cada hecho o circunstancia recogido del ayer inmediato, sí resultó en consecuencia, el testimonio de una realidad que no encontró mejor ni más legítimo vehículo para expresarse. Toda la influencia de la poesía de Carriego, pintando el Palermo de su época, se derramó sobre la inspiración de los protagonistas de la llamada "hermosa y apasionante epopeya del tango-canción" que protagonizaron la legión de poetas desde Pascual Contursi en adelante, que nunca dejaron en el olvido las certeras pinturas y alardes que Villoldo dejó como colorida base y punto de partida insoslayable. Tanto que en los repertorios debidos a la inspiración del propio Contursi, Celedonio Flores, Gonzalez Castillo, García Jimenez, Cadícamo, Discépolo, Homero Manzi, Lepera, Cátulo Castillo y tantos otros pasando por el talento original y brillante de Homero Expósito hasta llegar a nuestros días, está la muestra indesmentible de esa actitud que nos ayudó a conocer mejor al Buenos Aires del siglo que pasó. Y valga reconocer que por razones de espacio, apelamos a ese "tantos otros" que nos brindaron verdaderas páginas de antología, valiosas y perdurables, entre los que quedan reconocidos los aportes de Benjamín Tagle Lara, Julio y Alfredo Navarrine, José de Grandis, Armando Taggini, Héctor Pedro Blomberg, Eugenio Cárdenas, Mario Battistella, Manuel Romero y la riquísima nómina de los poetas que cantaron Gardel, Magaldi, la Simone, la Maizani, la inolvidable pléyade cantores de los '40 con el agregado siempre del salvador etc., nunca tan necesario como aquí.

Lo cierto es que en sus versos encontramos la vida, los paisajes, los personajes, los hechos y tantas cosas más de una ciudad de la que somos hijos y apasionados protagonistas cotidianos.

Baste recordar a modo de ejemplo algunos títulos que nos remiten a lo afirmado en estas líneas: Flor de fango, Ventanita de arrabal, Viejo Smoking, Corrientes y Esmeralda, Margot, Muchacho, Bajo Belgrano, Barrio Pobre, Lunes, Melodía de arrabal, Mi Buenos Aires querido, Muñeca brava, Niebla del Riachuelo, Compadrón, Bailarín compadrito, Puente Alsina, Ventarrón, Siga el corso, El carrerito, Buenos Aires, La muchacha del circo, La gayola, Mano cruel, Sos de Chiclana, Lechuza, Organito de la tarde, Giuseppe el zapatero, Cotorrita de la suerte, Paseo de Julio, Jirón porteño, Silbando, Manoblanca, Barrio de tango, El pescante, La calesita, La cantina, Cafetín de Buenos Aires, Yira Yira, Al pie de la Santa Cruz, Afiches, Tristeza de la calle Corrientes, Sexto piso...,y la lista sería abrumadora e interminable. Ese es el ejemplo de los grandes creadores, ese es el camino que nos dejan señalado, ese es nuestro legítimo patrimonio poético-cancionístico. Valgan las mejores expresiones, la contundencia de su perdurabilidad, su continuo retorno a las apelaciones testimoniales y emocionales. Y grato es comprobar y afirmar que luego de los '40 la línea continúa airosamente representada. El Chiquilín de Bachín y la Balada para un loco de Ferrer, por ejemplo; El corazón al Sur, Sin piel o A un semejante de Eladia Blazquez, nuestros Bien de abajo, Esta ciudad, Un lobo más o Viejo Tortoni; el Café La humedad y Garganta con Arena de Cacho Castaña; la Cantata Buenos Aires , El último round o Cordón, de Chico Novarro. Y así continuaríamos con el grato presente de Pompeya no olvida, de Alejandro Schwarman (para citar a uno de los novísimos)...y los que siguen, numerosos y legítimos, dignos de sumarse a esta nómina que requeriría un voluminoso tomo con una lista apabullante en número y trascendencia.

Y no es redundante repetirlo: ese es el camino, el ejemplo válido consagrado por el tiempo y la preferencia de gentes de distintas generaciones, de intérpretes que supieron hurgar entre tanta verdad cantada que resistió al olvido. Cantarle a la vida, a la peripecia humana que trajina esta multánime y contradictoria ciudad, que en su espíritu y su ajetreo abarca y representa a muchas. Como escuché decir muy lejos de estas tierras, en uno de los festivales de tango de Granada (España): "el tango es la expresión del hombre urbano contemporáneo", reconocido y admitido por tantos fieles y devotos tangueros de distintas latitudes. Cantar la vida, la verdad del hombre actual (que es el de siempre), los nuevos y cambiantes paisajes, pintar cada "aldea", barrio o rincón como quien pinta un pedazo de mundo de este siglo-milenio que plantea este hermoso desafío. Sin olvidar que la realidad no excluye el territorio de los sueños, ni el testimonio se contradice con la más alada de las fantasías. Y cantar, como dice por allí certeramente alguna canción sin tiempo: "con toda la voz que tengas", pero con la tuya, y a lo que sientas sensiblemente, no por imposición sino por necesidad. Luego vendrá el resto de esta imprevisible aventura de la canción, que sólo, el poeta-autor no ha de resolver. La inspiración melódica (anterior o posterior a los versos), ineludible para que la obra sea; la interpretación, sustentada por un acompañamiento que traduzca un "arreglo" que sepa iluminar su espíritu; la imprescindible comunicación con el público; la posterior y necesaria difusión que habrá que ganar luego de la vitalmente necesaria grabación... En fin, muchos aspectos que no dependen solamente del poeta-autor y que requerirían un tratamiento especial y un análisis pormenorizado.

Lo nuevo de cada tiempo

Pero el desafío del hecho poético-cancionístico tiene hoy (y siempre) requerimientos insoslayables. Y una exigencia ineludible: talento creador. Cosas que a nuestro pueblo no le faltan. Y que cada generación de jóvenes renueva con sorprendente frescura, capacidad de asombro y vocación de descubrimiento.

Algunos autores, en general buenos autores pero desconcertados por la"crisis" del tango-canción de los últimos tiempos, llegaron a afirmar que los viejos y permanentes temas del tango iban desapareciendo con el cambio que se operaban al correr de los tiempos: se iban los corralones, los farolitos, cambiaba la edificación arrasando con los viejos patios, dejaban de existir antiguos cafés, arraigadas costumbres, empedrados, carros, personajes,etc. Y los viejos letristas parecían quedarse sin temas. Pero la cuestión era y es que los temas, los personajes, las costumbres, todo, cambia como la vida misma.Yaparecen permanentemente elementos nuevos de la realidad que antes no existían y que cada creador debe saber "descubrir" desde su óptica

de observador. ¿Acaso antes había semáforos, pasacalles, computadoras, internet, celulares, supermercados apabullantes, prisas sin sentido, comer de parado y al paso, stress producto del vivir vertiginosamente..?. En 1931, un gran exponente de nuestra letrística tanguera, don Enrique Cadícamo decía, lejos de Buenos Aires: "alguien me ha contado que estás floreciente/y un juego de calles se da en Diagonal..."(Anclao en París). Estaba incorporando ese nuevo elemento de la realidad, de la geografía porteña. Y eso fue sucediendo desde siempre. Y si en ese Buenos Aires de 1931, mientras se abrían las diagonales se apagaba el último farol, también la piqueta comenzaba a llevarse los viejos conventillos y pronto los edificios horizontales pasarían a ser parte de su paisaje. Y en lugar de aquella "ventanita de mi calle de arrabal/donde sonríe una muchachita en flor..."(Mi Buenos Aires querido), alguien, otro poeta de los grandes del tango, escribiría algunos años más adelante: "Ventanal, ventanal de un sexto piso,/ vos perdida, yo sumiso/ y esta herida que hace mal..."(Sexto piso).

Y esa es la cambiante realidad que el tango debe reflejar en función de abordar los grandes temas de siempre, expresados en el lenguaje que el tiempo crea y exige, dentro de la más plena intención poética porque la cuestión no se resuelve con el uso y abuso de palabras actuales tiradas al voleo, sino con un trabajo de verdadera creación que tenga en cuenta la invalorable herencia que mencionamos y los requerimientos de un género que a esta altura de su evolución ya no admite chabacanerías baratas.

Los auténticos autores, permanentes en su búsqueda, jóvenes y no tanto, pero nuevos en su concepción y factura, sabrán -y ya lo están demostrando- encontrar los caminos para expresar el tango del siglo XXI. Que ha de ser el tango de siempre, pero fiel representante de la época que les ha tocado vivir como testigos y cronistas comprometidos. Y lo harán cantando con su propia voz y estilo.

Es de desear que sea con los ritmos de nuestro legítimo cancionero. Para prolongar esta apasionada e inconclusa historia que nos permite recurrir a nuestro mejor y más fiel vehículo para expresar lo más trascendente, lo más emotivo, lo más sencillo y lo más sublime. En el tres mil también...

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