sábado, 20 de agosto de 2016

PARA ALEJARME DE LA MUERTE

¡Que limpia brotaba aquella canción de celebrar la vida!
¡Cuánta esperanza alimentaba su melodía ágil!
¡Cuántas utopías florecían en sus versos
que tenian la punta de sus rimas en un tiempo mejor
llamado futuro!
 
Aquel futuro es hoy...
Y aquella canción es un frágil recuerdo
que se acerca y se aleja
como un eco fatigado.
 
Pasaron tiempos de contiendas, derrotas, ferocidades,
implacables adioses.
Muchos buenos cayeron, murieron, desaparecieron
o se desbandaron desarmados de luz.
Otros, sobrevivientes, como extraviados, como prófugos,
dejaron en la huida retazos de su memoria.
Desgarrados ante tanta impiedad que se empeñó en quebrarlos.
Dejaron las mejores semillas, los azules más inverosimiles,
los ángeles rezagados y golpeados.
Y el motivo de aquella canción
que alguna vez cantaron
aferrados a la obstinación del sol.
Que prometió (y cumplió)
que siempre volvería.
 
Como aquella canción
que llega, se va, regresa y regresa siempre.
Dejando huecos de silencios en lugar de sombras.
Que pesan mucho más cuando se juntan
y nos acercan a la muerte imperceptiblemente.
 
Por eso invoco al sol, a aquella canción.
Al sol de mañana, a la canción que está naciendo
Y estallará en alguna alborada.
 
Para alejarme de la muerte.
 
Negro, Héctor; Cantaré hasta el fin, MarceloH. Olivieri Editor, 2009, pp.,15-16.
 
 
 
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tiene algo de la poesía libre y aireada de Rimbaud. Está buena.