(Versos para tango)
I
Una lágrima de grapa se secó sobre la mesa.
El violeta de la noche, en el vaso se envinó.
Y bajó desde la niebla, desteñida, la tristeza.
Cuando se quedó vacío el Boliche del Gorrión.
Dormitaba en el silencio, el patrón, como añorando
las truqueadas de otros tiempos, cuando todo era mejor;
las historias desveladas que escuchó junto al estaño
y los curdas veteranos que se fueron sin adiós.
II
Boliche del Gorrión.
Porque fue como un nido,
donde la soledad
quiso encontrar abrigo.
Boliche del Gorrión.
Porque también fue tibio.
Así como el gorrión,
anónimo y sencillo.
Boliche del Gorrión.
Porque en su puerta echó a volar,
el sueño de algún loco
muchacho del lugar.
I Bis
Un fantasma de ceniza se deshizo con el alba.
Una luna de ginebra, de la lámpara bajó.
Y volvieron los temblores de las cálidas guitarras,
preguntando por la pena que contaba aquel cantor.
Era dulce su silencio, que poblaban los recuerdos.
Y tenía casi el gusto tan temido del final.
Y bajaban los gorriones con responsos mañaneros,
porque andaba la piqueta semblanteándole el umbral.
Héctor Negro
Del libro "Gorrión del mundo"
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