miércoles, 3 de septiembre de 2008

ASÍ NACIÓ "VIEJO TORTONI"

por Héctor Negro

En el curso de este año cumple 150 años de existencia. Hubo y seguramente habrá muchos actos alusivos y muchas publicaciones se ocuparon y ocuparán de contar su historia y de evocar a los personajes que la fueron haciendo y enriqueciendo. De rememorar acontecimientos y hechos que contribuyeron a construir su leyenda. Yo quise rendirle mi mejor homenaje a este viejo Tortoni, escribiéndole los versos que luego se convirtieron en tango con la música de Eladia Blázquez. Y que muchas voces de cantores y cantantes cantaron y grabaron desde aquel 1979.

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La noche en que volví a ver el Palco ocupado por la orquesta, me pareció recuperar algo de un pasado que no alcancé a vivir, pero que sentía muy mío. Era como si el palco lloviznara recuerdos mientras el tango desgranaba su melodía y su embrujo. Orquesta, cantor, tangos...y la gente en las mesas, como debió de haber sido en otro tiempo.

Después fue en el sótano, que era la famosa "Bodega", con su escenario, su atmósfera especial y su historia. Del asiento de espectador, pasé un día al escenario, a decir mis versos, a presentar a algún músico o cantor...De a poco me fui enterando de pedacitos de su historia: en esa mesita leía poemas Alfonsina Storni cuando en el sótano funcionaba la legendaria "Peña" de Quinquela Martín, a la cual solían concurrir Baldomero Fernández Moreno, Raúl González Tuñón, Carlos de la Púa y otros notables que llenaban de bullicio y poesía el recinto. Hasta allí había llegado una vez, caminando desde la Casa Rosada, el presidente Alvear. Y bajó hasta el sótano atraído por la fama de la "Peña" y sus habitués. Justo cuando leían versos Tuñón y de la Púa...En ese subyugante escenario había cantado Carlos Gardel, había debutado la orquesta de Juan de Dios Filiberto, había actuado Josefine Baker...y muchos nombres relevantes que se sumaban a una lista increíble.

Estuvimos algunos años, con la muchachada de la Revista"Buenos Aires Tango y lo demás", organizando recitales de música, canciones y poesía; presentando libros, discos, espectáculos; lunes a lunes, en noches memorables. Ya había aprendido a descubrir a los duendes del Café y hasta los sentía aletear en las paredes. Arriba y abajo. Esa atmósfera me envolvía y me sentí orgullosamente parte de todo eso. Tanto, que le pedí a Fanego (uno de los dueños), datos, referencias, algunas pequeñas historias que algunos escribieron, testimonios... Un día sentí que era mucho lo que estaba acumulando, vivencial y documentalmente. Mucho lo que el Tortoni me había dado a mí y a Buenos Aires, y mucho lo que nos seguía dando. ¿Qué cosa mejor podría brindarle que un tango? Era cuestión de atreverse. Los versos salieron casi de "un tirón". Fue porque ya "estaban adentro". Tenía muy en claro que había que conjugar su pasado con su presente, lo que había pasado con lo que estaba pasando. Las figuras de ayer con las voces de hoy. Los antiguos fantasmas con los duendes que aún lo habitaban. Cantarle a un lugar que era parte de la historia de la ciudad, pero a la vez un ineludible sitio de su presente. Con historia, pero vivo...Así pudo ser y eso es lo que reflejan los versos. Con todo el sentimiento que se encendía al cantar escribiendo. Pero aún la música no estaba. Pensé inmediatamente en Eladia Blázquez, que siempre me conmovía con algunos de sus temas y que en algún momento me había dicho: "Tenemos que hacer algo juntos". La fui a ver con los versos del tango en el bolsillo y se los mostré sin decirle nada. Le gustaron y por eso me animé a pedirle que les pusiera música. De entrada me dijo que consideraba que había gente más indicada para ese tipo de temas. Me dio nombres, pero no me convenció. Le insistí en que para mí la más indicada era ella. Pude disipar sus dudas, que a mi entender, eran antes que nada producto de su modestia. Le dije que no tenía apuro, ni plazos, que trabajara tranquila. Al cabo de no mucho tiempo me llamó para decirme que tenía lista la 1ra. parte, pero que la segunda (el estribillo) se resistía a salir. Le insistí en que podía esperar todo el tiempo que fuera preciso, que buscara esa esquiva melodía. Cerca de dos meses después hablamos nuevamente y muy desalentada me dijo que estaba estancada, que había intentado varias veces infructuosamente. Me propuso que le diera la 2da. parte a otro compositor, o (si prefería) toda la letra, que no quería demorar mi obra, que ella no se haría ningún problema. Insistí en que no tenía apuro ni plazos, en que ese tango tenía que tener "su" música. En que la buscara por distintos caminos, enfoques, variantes. Agoté mis argumentos para que no desistiera, confiaba en que iba a salir. Hasta le insinué que "rompiera" la estructura original y trabajara puramente con la melodía que le brotara, que luego le acomodaría la letra a la nueva medida y acentuación. Pasó otro algo de tiempo (uno o dos meses) y me llamó para hacerme escuchar una melodía que había nacido para esa "esquiva" 2da., que nada tenía que ver con la medida de la letra original. Y que si llegara a gustarme me obligaría a rehacer los versos de esa parte. Fui lleno de impaciencia y curiosidad, ya que todavía no conocía tampoco la 1ra. y 1ra.Bis. Me anticipó que sobre la melodía de la 2da. había reconstruido unos versos basados en mi texto original. Y que si esa melodía era de mi agrado podría rehacerlos a mi gusto. Se acercó al piano y cantó...Sencillamente me fascinó todo el tratamiento de la obra: 1ra., el nuevo estribillo(2da.), 1ra.Bis, final...Era lo que yo había sentido al abrirle la puerta a la maravillosa posibilidad de "crear" una canción. Le pedí unos segundos, retoqué algunas palabras de los nuevos versos de la 2da. –sólo para decir algunas cosas con mis palabras y mi estilo, ya que la construcción que tenían era perfecta- y le pedí que volviera a cantar todo el tango otra vez según esta "última" versión. Cuando Eladia terminó de hacerlo, "Viejo Tortoni" había nacido...Ya era un tango que sólo aguardaba gargantas para tocar el corazón de la ciudad y de su gente. Y voces, grabaciones y difusión para volar más lejos todavía.

Por suerte los tuvo, y buenos. Lo demás es otra historia. Que continúa...


2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Héctor, no te conozco personalmente y tampoco conocí a Eladia. Pero no hace falta, en "Viejo Tortoni"queda plasmado para siempre el sentir profundo de dos grandes de verdad. Es inevitable, cada vez que lo escucho me emociono profundamente. Gracias.
Juan Manuel

rodolfo dijo...

Señor Héctor Negro, o quien corresponda,
Soy del interior de la provincia y "fana" de los bares y confiterías antiguas de Buenos Aires, y cada vez que viajo, no dejo de visitar alguno y también alguna tanguería, siempre que me de el presupuesto porque son un poco caras. Uno de los tangos que me apasionan es "Viejo Tortoni", dado que me trae muy lindos recuerdos de los bares de Buenos Aires, y este tango es una pintura exacta del famoso café de Av. de Mayo 825, uno de los tantos rincones de Bs. Aires lleno de historia y de una belleza inigualable, como la ciudad misma. Quiero felicitarlo por la letra que usted creó y recordar también a la gran compositora que lo musicalizó. Es perfecto. Tuve un programa de radio de música y recuerdos durante siete años en una FM de mi ciudad y no dejaba de pasar "Viejo Tortoni" en cuanto tenía la oportunidad. Voy a guardarme esta crónica que Ud. hace de cómo nació el tango y, -si me lo permite- y si en algún momento vuelve a estar mi programa al aire, quisiera leerlo para que el oyente sepa cómo nació "Viejo Tortoni", de la pluma de su propio compositor.
Mil gracias por su bello tango
Héctor Rodolfo