martes, 3 de junio de 2008

Prologo para Vida de perro, de Homero Expòsito

                               A   MODO DE  PRÓLOGO

 

De alguna manera, íntima y silenciosamente (al igual que todos los admiradores y devotos de su poesía derramada en canciones), sospechábamos que nuestro querido  y fecundamente talentoso Homero Expósito, nos tenía bien guardada en algunos de sus cajones o huecos predilectos, otro estallido inesperado de poesía que surgiría en cualquier momento y bajo cualquier forma. Si bien hemos escrito hace poco eso que recurrentemente sentimos: "su poesía nos sigue alumbrando" , lo que guardábamos en algún recoveco de nuestra expectativa esperanzada era acceder al conocimiento de algunas de las tantas cosas producto de su inventiva poética, que inevitablemente tenían que aparecer desde cualquier hallazgo. A modo de legado, herencia para compartir o travesura escondida que llegaría para asombrarnos. Y de tanto extrañarlo, cerquita del comienzo del nuevo siglo-milenio, uno de los herederos-custodios de sus borradores que seguramente crepitan a la espera de un "Levántate y anda" (su esposa Nelly) nos hace saber que existe un libro de poemas totalmente inédito producto de la inagotable fuente creadora de poesía que fue Homero y para colmo(como para desestabilizarnos emocionalmente) nos propone escribirle unas palabras a modo de prólogo.

            Tenían que existir descubrimientos como este "Vida de perro", libro pleno de poemas que –fatalmente- fueran parte de una obra que más allá de sus admirados y conocidos tangos y canciones, dieran cauce a tanta creatividad poética. Sólo conocíamos, de lo publicado en vida por Homero, su libro de canciones y poemas "Milongas de John Moreira" (1968) y una recopilación de lo más importante de su cancionero que publicó en 1978 Torres Agüero Editor, que no era poco al fin, pero presentíamos más. Y el correr del tiempo, desde su partida de este mundo, nos mantuvo alertas. Ya  que como escribiera alguna vez Raúl Gonzalez Tuñón: "La poesía es una e indivisible" , era de esperar de ese enorme caudal de poesía (volcado casi todo en canciones), más poesía que inevitablemente habría de conocerse. Porque quien supo decirnos que ..."tu forma de partir, nos dio la sensación/ de un arco de violín/ clavado en un gorrión"...., "Te fuiste de tu casa./ Tal vez nos enteramos mal..." y ..."luego la verdad,/ que es restregarse con arena el paladar..." y hablar de unas ..."Trenzas del color del  mate amargo...." capaces de endulzar un "letargo gris...". Y un sin fin de imágenes audaces y sorprendentes enriqueciendo un cancionero insuperable...Quien llegó a esas alturas poéticas ejerciendo el oficio de la canción, tenía resto para alumbrarnos aún más con su talento poético.

            Y así llega "Vida de perro" a nuestras manos, precedido su contenido por una foto de Homero con su perra, que para quienes lo conocimos, era como una parte de él mismo. Si lo habremos visto, a veces horas después de la medianoche pasar con ella por la esquina del viejo "Ramos" de Corrientes y Montevideo, llevándola para que en su compañía se familiarizara con el paso de los trasnochadores, bohemios empedernidos y aspirantes a poetas y literatos que vagabundeaban por la noche porteña. Homero y su perra eran como algo que completaba el paisaje de los trasnochadores de entonces. Eran como una insólita y simpática pareja-imágen que reaparecía noche a noche por los alrededores de ese baluarte porteño de Corrientes y Montevideo o desde Lavalle y Paraná. Cierta noche en la que me crucé por allí cerca con un veterano cantor de tangos(ya fallecido), me contó con un candoroso asombro: "Acabo de ver en la Plaza Lavalle, a un tipo que hablaba con un perro...Pero no, no era un loco, era Homero Expósito..." No podía ser otro. Era tanto ese ser canino para él, que un día se  metió en su cuerpo y en su espíritu y estoy seguro que con la aprobación de él, escribió poemas como si fuera ese mismo animal, su querida perra convertida en poeta. Tanto se mimetizó con ella misma(con la que  se comunicaba hablándole en varios idiomas, haciéndola cantar también al son de su guitarra.), que se metió en su piel, en su corazón, en sus sentimientos y en sus reflexiones, y la hizo expresarse con el  lenguaje de la más audaz y empinada poesía, que agrupó certeramente en este libro. Y le hace decir lo que él siendo ella, se diría a sí mismo. Y a través de ella, desnuda crudamente mucho de la hipocresía y las actitudes deleznables del género humano, sus defecciones, sus agachadas y sus pequeñas y grandes miserabilidades. Y logra también ver y rescatar ciertas virtudes, acciones encomiables y sobre todo la mágica  y a la vez riesgosa y generosa condición de poeta con todas sus contradicciones, grandezas y debilidades que van surgiendo al correr de los versos. Ella viaja, observa, medita y en complicidad con su dueño(que se apropia de su voz como en  un juego angélico y diabólico a la vez) va desnudando aspectos de lo que conforma la condición humana, con sus miserias y grandezas, sin renegar de su condición animal ligado a la peripecia de su especie, ni desconocer la de quien habla por ella  con ese inusitado vuelo. Que a veces se convierte en su hermano, le da su ternura y recibe las muestras de la suya, aunque ella no le mezquine sus reproches oportunos, sus reflexiones y sus sentimientos que  se transfiguran en un eco de sí misma y  cobran formas de versos como volviendo desde el fondo de un espejo inapelable. Y nos dice por allí: "Has de entender humano mi lenguaje./ Sucede  que los perros/ somos bastante humanos, aun sin traje/ y con menores yerros." Leer este poemario es entrar en un universo a veces desconcertante, pero siempre lleno de vida e imprevistos..."ya que el poema empieza/ en el momento que el poeta quiere./ Y el horizonte se prolonga o muere/ en las cuatro paredes de la pieza...", según nos dicen ella/él. Que no en vano ha ejercitado con maestría el riguroso oficio de la canción y sortea laberintos expresivos con su audaz y funcional juego de rimas y musicalidades que enriquecen el  desarrollo de versos que se suceden provocando un saludable  goce estético, temblores emocionales y sobre todo haciendo pensar.

            En resumen, otra sorprendente y oportuna "travesura" poética de nuestro bien querido y admirado Homero Expósito, esta vez volcada en un libro que se  lee  y  se disfruta como sus más audaces y  recordados tangos y canciones.

 

                                     Héctor Negro

                                      Junio de 2006

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