Traiga su luz, che comandante, alumbre
con su barba que arde, con su fuego
que tanto descoloca a los capangas
del Continente donde usted florece.
Suelte su polen cada primavera.
Chisporroteando así, metiendo miedo
y empujando esperanza donde sople su viento,
y el vendaval que con su verbo ocurre.
Tomese un mate más, traiga su tango,
su criolla voz americana que echa vuelo.
Su ejemplo que trastroca componendas,
su dimensión tan cielo, sus volcanes.
Che de mi tierra, che que estuvo cerca
de esta melancolía que nos anda,
que transformó en erguida rebeldía
sembrándose jugado en tanta hoguera.
Che de la pampa que anunció su vuelo
que supo de una isla americana,
de sierras, de cañaverales castigados
y creció con delirio de gigante
por selvas y confines donde pueblos
agazapados por sufrir su infierno,
guardaron de sus huesos las semillas
de donde brotan chispas las raíces.
Siga multiplicado y floreciendo
donde menos parece, siga erguido
flameando en las banderas del planeta
con resplandor de sol que alumbra auroras
que vendrán tras de otro Cristo nuevo.
Compañero y semilla, Comandante
que el hombre designó con sus certezas
para que vuelva y crezca donde la vida sea.
Che compatriota, che de los de abajo,
multiplique su estrella, siga y siémbrese.
Relámpago y puntual, como usted sabe.
Venga por más y ubérrimas cosechas,
por más resurrecciones, más futuro.
Y que se sepa,
Que aquí está, que es algo cierto, que merodea
por pancartas vocingleras
y en terrones de tierra que sangraron.
Repartido en mil vientos que flamean.
Che, comandante de la limpia estrella..
Para anunciar
que hay un fantasma agazapado
en cada borbotón de vida nueva.
Y otro mundo posible
del que ya habrán huído los chacales del miedo.
Che, comandante: que anunciaste el hombre nuevo
que está gestándose desde la terca fé que no se entrega,
Desde esta apelación que te rescata y llama
entre el tumulto de un futuro inevitable.
Héctor Negro
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