Un tumulto de azul me acontece
y en mi pecho se instalan violines.
En las barbas el trébol me crece
y respiro un tendal de jazmines.
Me crucé con tu luz imprevista
y una hoguera de sol me encandila.
Un rumor de cigarras me chista
y mi piel de un temblor se ventila.
Me quedé manoteando la brisa
y tan sólo te hablé con mis ojos,
insinuando una leve sonrisa.
Mis mejillas turbaron sonrojos.
De latidos se hinchó mi camisa.
Y pasaste, dejando un despojo...
Héctor Negro
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