lunes, 4 de julio de 2016

CELEDONIO ESTEBAN FLORES Y SU MUSA MISTONGA

En 1914, en un Concurso que organizó el diario "Última hora", unos versos titulados "Por la pinta" resultaron ganadores y su autor (que firmaba "Cele") recibió el prometido premio de 5 pesos. Cuando Carlos Gardel co-noció esos versos, los hizo musicalizar por su guitarrista, el "negro" José Ricardo. Ya concluído el tango, Gardel decidió titularlo "Margot" y cono-cer al autor de su letra. Cuando este se presentó, el cantor al verlo tan jóven le preguntó si lo había mandado su tío en representación suya ya que no po-día creer que esos versos tan contundentes y llenos de sabiduría y experien-cia, además de excelentemente escritos, pertenecieran a alguien tan jóven. Ese jóven morocho, robusto y a la vez fino y culto era Celedonio Esteban Flores. Allí estaba naciendo uno de los poetas más importantes y represen-tativos del tango de todos los tiempos. "Margot" fue grabado por Gardel en 1921 y en 1923 con música de él y Razzano hacía lo mismo con otra obra maestra de "Cele": "Mano a mano". Durante ese mismo año 1923, Celedo-nio, que se dedicaba al boxeo bajo el seudónimo de Kid Cele, disputaba el título de campeón argentino de los pesos pluma. Ese mismo año, ya era un suceso "La mariposa", con música de Pedro Maffia y escribía los versos de "El bulín de la calle Ayacucho"que musicalizaría José Servidio. Vale la pe-na rastrear los orígenes de este singular y enorme poeta del tango que tanto significaría para el futuro y la evolución de las letras de este género. Cele-donio había nacido en 1996  en pleno Centro porteño: Rivadavia y Talca-huano, pese a que muchos lo dan como nacido en Villa Crespo, barrio al que le cantó y del cual es un símbolo. De adolescente, nomás, escribía ver-sos con una vocación irrefrenable y con la fuerte influencia del modernis-mo y la poesía "rubendariana". Esos son sus orígenes literarios. Pero en plena adolescencia (cerca del Centenario), sus padres se trasladan al barrio de Villa Crespo y el descubrimiento de ese barrio, de sus personajes, de la vida de sus gentes; en suma, de lo que era el mundo conmovido de un au-téntico suburbio de Buenos Aires, influyen y penetran tanto en su sensibi-lidad de creador, que experimenta un verdadero giro en su lenguaje y en su temática que lo va a instalar en lo que él definiría con el tiempo, en la irre-nunciable "musa mistonga". Encuentra en el lunfardo una valiosa herra-mienta para expresar su poesía, a la que enriquecerá con la maestría del manejo del verso y de las formas poéticas, no exentas de originales y co-loridas imágenes. Su mensaje va directo al corazón y sensibilidad de las gentes a quienes se dirige. Y su punto de vista siempre será el del hombre del barrio que ve, retrata y expresa la vida alumbrada por las "luces del Centro" como él las vé ("Es que yo tengo un alma rantifusa/ bajo esta pinta de bacán lustroso."…"No tengo el berretín de ser un bardo/ chamuyador letrao ni de spamento;/ yo escribo humildemente lo que siento/ y pa' escri-bir mejor lo hago en lunfardo."-"Musa rea"). Sus reproches y críticas a al-gunos personajes que dejaron la vida humilde del arrabal para "perderse" en las "luces del Centro", más que adoptar una actitud moralista están lle-nos de conmiseración. Como hombre del Villa Crespo aquel, desde allí analiza y descubre, interpreta y canta. Para él, el mundo de la noche, del Centro, del cabaret, es ficticio y se contrapone al mundo del barrio, del conventillo. Incursionó en la temática social como pocos, sin ideologizar una natural rebeldía y disconformidad ante la miseria y manteniéndose fiel a su orígen y entorno. Tangos como "Pan", "Sentencia" o "Gorriones", son fieles exponentes de esa actitud, que también queda reflejada en los versos de "Porque canto así", verdadera definición de su arte poética. Nunca está de más repetir que además de ser uno de los pilares de la letrística tanguera, que recoge y continúa la mejor herencia de Pascual Contursi y de Evaristo Carriego, él mismo alcanzó una dimensión de poeta que queda reflejada en algunas felices expresiones que además revelan una sabiduría y un manejo admirable del verso. Y entonces uno recuerda eso de: "vos tenés el alma llena de infelices ilusiones", "…hoy sos toda una bacana/ la vida te ríe y canta…"("Mano a mano"); "…¡Hay que ver, señor juez, como se vive,/ para saber después cómo se pena!" ("Sentencia"). Y recuerda los hermosos versos de "Gorriones", y repasa "Canchero", "Corrientes y Esmeralda", "Cuando me entrés a fallar", "Mala entraña", "Viejo coche", "Muchacho", "Pa' lo que te va a durar", "Tengo miedo", "Viejo Smoking"… Y no se olvida de sus libros de  (¿versos, poemas, tangos?): "Cuando pasa el orga-nito" y "Chapaleando barro". Este grato ejercicio nos vuelve a enfrentar con uno de los poetas esenciales del tango que la memoria sabe preservar. El "negro Cele" murió en Buenos Aires el 28 de julio de 1947. Vale repetir unos versos que le dedicáramos: "Mistonga musa de Cele,/ que nunca se apagará."

                                                                                                  Héctor Negro

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