miércoles, 17 de junio de 2015

Hombre de dos mundos

En este tercer mundo se vive en el quinto infierno.
La ciudad tiene orillas que invaden sus arterias.
Tiene manos tendidas suplicando mandrugos
y dormideros turbios con cobijas de niebla.
 
Las vidrieras resguardan los lujos del mercado.
Las bolsas de residuos, la ración de los pobres.
Pero el paisaje inerme se agobia con los parias,
que sin pudor alguno lo pueblan y recorren.
 
El primer mundo espía desde el "shopping" blindado.
Desde el confort del "countri", desde la "caja idiota".
Espía mientras crecen jugosos dividendos
y se agranda el pedazo que le toca en la torta.
 
La libertad de todos es el bien más preciado.
Pero al ser bien con precio, cuesta poder usarla.
Quien más tiene más usa, por lo tanto es más libre.
 
Hay un poder privado que nos piva de mucho.
Y un no poder cambiar estas reglas de juego.
La culpa es de esos pobres: eternos fracasados,
que el tiempo multiplica y fracasan de nuevo.
 
Yo que he venido al mundo sin saber que había varios.
Que he tratado de ser y crecer bajo su cielo.
Que no pienso llevarme de este mundo más cosas
que haber pasado limpio y terminado entero...
 
Pregunto: ¿si el pimero no es el mundo de todos?
¿Si el tercero es acaso algún mal necesario?
¿No será que ya es tiempo de emparejar los tantos?
 
¡Oh, señor del gran cosmos que todo lo ordenaste!
Algo aquí no funciona en este reino humano.
Los que tienen con qué, se han comprado hasta el cielo.
Y a los que nada tienen, ya ves, los condenaron.
 
Héctor Negro, Gorrión del mundo. Cantos, versos y poemas, Marcelo Olivieri Editor, 2005,pp. 82-83
 

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