de Héctor Negro
A puro silbo voy,
desenrrolllando
desde mi íntimo ovillo
esta hebra musical
como un rulo
que mis labios evaporan.
Un grillo furtivo
me dio la contraseña para soplar mi flauta
y disparar
la melodía fragil
del encantamiento.
Y voy soltando el rollo por la calle:
A puro silbo volvedor.
Medio de pica con los pájaros.
Como quien larga un barrilete
y lo hace colear
ahí nomás,
a la altura de cercos, de cornisas;
de parecitas donde se asoman ramajes,
de gorriones de vuelo corto
y de estrías de sol
que reverberan desde las vidrieras.
A puro silbo voy,
como una andariega cajita de música
a quien el aire le da cuerda.
Pájaro también, cigarra
o recurrente melodía de la lluvia
que tintinea sus ecos cercanos:
Pulmón con viento de bandoneón.
Cantor que no pudo ser y canta.
Consecuente silbador medio de contramano
que los irremediables cuerdos a la moda,
nunca
terminarán de entender.
Seleccionado de Ciudad de los flacos aires, Torres Aguero Editor, 1994, pp. 99-100
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miércoles, 7 de diciembre de 2011
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