domingo, 5 de diciembre de 2010

ANDANTE EN MOTO

Mete la moto su motor montado.

Va viboreando velozmente baches

y serpentea entre un malón lanzado

de autos hambrientos de distancia y calle.

 

Turba el asfalto de caudal colmado

de vértigo que cruza,

destemplado,

un vulnerable peatón que alcanza

la otra orilla, así, como aferrado

a ese semáforo que le dio un breve

respiro de remanso allí plantado.

 

Así como algún náufrago

se tiende en una playa desarmado

de fuerzas y enciende

el suspiro de luz que le ha quedado,

el peatón sacude el sobresalto

que el tránsito feroz le ha despertado

y fuga por la prisa que lo traga

como una danza de desesperados.

 

Las motos roncan en la calle trampa.

Van viboreando velozmente audaces.

Y en cada esquina perdonando vidas,

juegan sus reyes, sotas, oros, ases.

 

Con casco de astronauta motoandante,

el que maneja es un petardo insólito

y el que de a pie se cruza en su camino

ha de quedar por un buen rato atónito.

                                                       

              Héctor Negro - Diciembre 2010


     

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