sábado, 31 de julio de 2010

INVIERNO

El viento helado arrastra cruelmente las hojas amarillentas y secas;

los papeles y los sueños desahuciados;

la pelusa invisible de la mañana;

las prisas, las fugas hacia la nada, los colores que intentan llegar a ser.

Pero más castiga, pega latigazos y tajea impunemente

en los rincones donde tiritan los desamparados;

en las hendijas de los refugios donde se marcan como cicatrices

esas insólitas ventanas deformes que abrieron imperceptiblemente

las maderas y las chapas en desencuentros fatídicos.

El viento se mete allí como serpientes en bandada

y dispara sus veloces pájaros pertrechados de cuchillos de frío.

 

Sólo un famélico humo languidece desde un hueco.

Los pobres, los desvalidos, también a su manera

sobreviven o van avizorando los umbrales de una agonía flaca.

El mundo sigue andando.

                                                                          Héctor Negro


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