por Héctor Negro
Además de haber alcanzado en sus letras una reconocida calidad poética (en este caso cancionística), el tango fue y es motivo inspirador y poderoso atractivo para la creación poética exclusivamente literaria. A través de su temática, sus personajes y protagonistas y su propia mitología; el espíritu y el universo del tango aparecen en muchos poemas de diferentes procedencias estéticas, aun entre quienes se confiesan "no tangueros".
Los poetas tienen que ver con él desde que nació, intentando interpretarlo o pintando sus ambientes y tipos. Y alcanzan importancia como antecedentes concretos de la poesía cancionística que el género desarrolla en la etapa "post-contursiana" (desde 1917).
Esos antecedentes se encuentran en la poesía de Carriego, en las "Milongas clásicas" de Almafuerte y en la poesía de los payadores urbanos y suburbanos. Por ejemplo a partir de Pascual Contursi, se sumaron a la peripecia poética del tango, poetas populares que se convirtieron en autores o autores-poetas (Celedonio Flores, Francisco García Jiménez), saineteros y dramaturgos (José González Castillo, Manuel Romero, Samuel Linnig, Alberto Vacarezza), incursionando también poetas de versos "para leer" en el estricto sentido literario (no autores) como Nicolás Olivari o Fernán Silva Valdés.
El triunfo del tango-canción (de la mano de Gardel) atrajo a poetas de diferentes procedencias y orígenes. Así creció su caudal literario con los ya nombrados y otros como Enrique Cadícamo, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Alfredo Lepera, Cátulo Castillo, Héctor Pedro Blomberg, José María Contursi y Homero Expósito, sólo para citar a los más reconocidos. Entretanto que paralelamente fue desarrollándose una producción literaria íntimamente relacionada con el tango. Parte de ella influenciando a los propios autores y el resto configurando un vasto territorio poético digno de ser explorado. Allí aparecen nombres como los de Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, José Portogalo; los lunfardescos Julián Centeya y Carlos de
Todos (más los omitidos por razones de espacio y temor de abrumar con una larga lista) testimonios de la existencia de una corriente ininterrumpida.
Esa generosa corriente que no se detiene, sobre el pentagrama o el papel en blanco, integra una valiosa y representativa línea poética que recoge las mejores y más cabales raíces indiscutiblemente nuestras y las prolonga en obras que sin duda se inscriben entre los más auténticos exponentes de cada época. Ningún poeta ciudadano que cultive esta indeclinable pasión de pintar y cantar a su "aldea", podrá soslayar o sentirse ajeno a la influencia del tango en la medida que no ignore las auténticas raíces de nuestro pueblo.
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