por HECTOR NEGRO
El tango en su totalidad nos pertenece como patrimonio indiscutible de nuestra cultura. Desde
Cada período tuvo sus creadores e intérpretes que jerarquizaron al tango de su tiempo acrecentando su patrimonio. Las expectativas de sus devotos y cultores se alimentaron del producto que la realidad brindaba y se iluminaron con el esplendor de quienes lo enriquecieron con sus aportes.
Pero al tango lo fueron prolongando aquellos que ante la fatal ausencia de los que partían, recogieron sus ejemplos y sus enseñanzas para hacer mejor lo suyo (interpretar, componer, cantar, bailar...). En cada época, cada protagonista en su quehacer desde sus aptitudes y su talento, acorde con la realidad que vivía, con las condiciones que se presentaban. De ese modo fue posible la denominada "Guardia Vieja" y la posterior etapa conocida como la "Guardia Nueva" con su "escuela decareana". Así también se fue avanzando hasta producir el notable fenómeno tanguero de la década del 40 y el advenimiento de las experiencias vanguardistas. Aunque siempre se repitió aquello de que para cada época, la pasada fue mejor, por algo o porque sí (constante y dañina recurrencia en el tango).
Entender esto servirá para saber que el tango que tenemos es todo lo anterior (patrimonio y herencia), más lo que está vivo, creando y existiendo hoy como realidad innegable. Y sólo lo vivo habrá de representar (mal o bien) al tiempo que corre. Y será en el futuro el testimonio de este tiempo.
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