martes, 24 de octubre de 2017

A GASTÓN MARTINEZ MATTIELLA

Gastón me abrió la puerta de su país de milagros

(Ancha puerta de un mundo que alucinó mis ojos).

Y fue un México erguido más allá de mi hallazgo.

Insurgente en mis sueños, indomable en mi asombro.

 

Y me abrió el entrañable portal de su casa,

donde aleteaban duendes transmutados en tangos.

Que surgían trayendo mi ciudad y mi entraña,

bajo  techos fraternos, desde rincones mágicos.

 

Y por él supe entonces que gracias a un misterio,

que él con sabiduría descifró e hizo suyo,

fue posible que el tango nos uniera tan lejos

y tan cerca del cielo que tocábamos juntos.

 

Y tras él, sus hermanos de temple generoso,

sensibles  y encendidos con el asombro puesto,

me enseñaron las claves de sentir en lo hondo,

tropillas de emociones y desbandados ecos.

 

Gastón fue en Buenos Aires, ese México pleno,

vibrando con nosotros con Gardel y Pichuco.

Sin dejar de florearnos su raíz como un fuego

y descubrirnos siempre algún costado oculto.

 

Por generoso y amplio. Por viajero del tiempo.

Por saber remontar la altitud de los tangos

y llenarse de amigos que a su ritmo latiendo,

le brindaron la fuerte gratitud de su abrazo.

 

Por eso lo quisimos, fue uno más con nosotros.

Compinche de la noche porteña, experto guía

del alma mexicana en la vuelta del codo                        

que lo trajo hasta el tango trepando nuestra orilla.        

 

Y hoy recordamos siempre a sus "muchachos de antes".

A aquellos que pasaron, a los que conocimos.

A aquellos que supieron descifrar Buenos Aires

bajo aquellas estrellas, desde nuestros sonidos.

 

Y lo sentimos cerca, más acá del olvido.

En la memoria cierta que lo trae y lo lleva.

Disfrutando los tangos que juntos descubrimos

y el enigma incitante del furor de su tierra.

 

Oh, Gastón, si supieras que para este terruño

de tangos y mateadas que hasta el tiempo respeta,

vos seguís siendo siempre tu México y tu mundo.

Y la visión que tu alma tuvo del alma nuestra.

 

Y que pese a la muerte y a su insólito truco.

Vos sos de los que fieles, se empecinan y quedan.

Con un corte de manga que aprendiste hace mucho.

Y ese estar con nosotros, que ya no hay quien lo pueda.

 

                                              Héctor Negro

                                           Noviembre de 2004

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