El sol que hace brillar el mediodía
en la moneda de la palma de mi mano,
pinta con grata luz la sombra mía
y tira hebras de calor que busco en vano.
El árbol va intentando con porfía
devorarse los rayos, que dorados
alientan en las ramas ya vacías
algún verde cercano, preanunciado.
Quiero pensar que ya se va el invierno,
que setiembre se acerca agazapado.
Que atrás vamos dejando el frío infierno
y los embates de su viento helado.
Y debo confesar que cuando duermo,
siento la primavera a mi costado.
Héctor Negro
30/8/2011
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