miércoles, 16 de septiembre de 2009

OBRA POÉTICA COMPLETA DE ROBERTO JORGE SANTORO

Con el sello editorial “r y r” (Razón y Revolución), acaba de aparecer el libro Obra poética completa (1959-1977), de Roberto Jorge Santoro, poeta desaparecido durante la última dictadura militar que padeció nuestro país. Es otra reafirmación de la certeza de que su poesía no ha podido ser “desaparecida” de ningún modo. Y de que, por el contrario, va afirmándose cada vez más en la memoria y en el tiempo.

La voz del poeta sigue resonando limpia y desafiante como en los tiempos de “El Barrilete” y de los difundidos “Informes poéticos” que fueron verdaderos testimonios de esas horas. Tiempo que compartimos, primero desde el Grupo El Pan Duro y luego y siempre intentando cambiar el mundo y la vida con el arma enarbolada de la poesía unos y con su propio riesgo y piel otros, que como el caso de Santoro les costó su muerte o desaparición. Ese riesgo asumido y la contribución de una obra que no podrá ser negada ni ninguneada por los “eunucos” perseguidores de carreras literarias, fue el rasgo esencial de aquella “generación de poetas de los años 60” que siempre sigue levantándose desde tantas cenizas y tantos olvidos.

La obra poética de Santoro, con prólogo de Rosana López Rodriguez, incluye las poesías de sus libros editados y su obra inédita. Allí nos encontramos (algunos nos reencontramos, porque guardamos preciosamente sus libros dedicados por él mismo, sus plaquetas, sus poemas sueltos…), con “Oficio desesperado”(1962), “El último tranvía”(1963), “Nacimiento en la Tierra”(1963), “Pedradas con mi patria”(1964), “De tango y lo demás”(1964), “En pocas palabras”(1967), “A ras del suelo”(1971), “Desafío”(1972), “Uno más uno humanidad”(1972), “Poesía en general”(1973), “Cuatro canciones y un vuelo”(1973), “Las cosas claras”(1973), “No negociable”(1975), “Canciones”(s/fecha), “En esta tierra”(1972), “Otros poemas”(s/fecha) y “Prontuario de mi corazón”(1962). Y accedemos a su obra inédita: “Series”(s/fecha), “Canciones”(s/fecha), “Lo que veo no lo creo”(1974) y “Otros poemas”(s/fecha), más numerosas poesías rescatadas en el Capítulo “Apéndice”, donde encontramos algunas que alcanzamos a conocer a través de publicaciones en revistas de la época o precarios impresos.

Sólo resta agregar que esta publicación viene a cubrir, sin duda, una necesidad impostergable. Y que este poemario es un elocuente testimonio de verdad y belleza.
(H.N.)

jueves, 10 de septiembre de 2009

USTED

Usted trae un cansancio que pesa,
de país que se fue, poco a poco.
Y desgrana una amarga tristeza.
Y no olvida que a veces fue loco.

Usted vio deshacerse en promesas
más de un sueño que pudo haber sido.
Y creyó, con la sana certeza
del que sabe que nunca ha mentido.

Usted vio insolentes riquezas,
despilfarros y brillos ajenos.
Masticando una digna pobreza
que dejaba con chance a los menos.

Usted para el caballo cansado,
desempaca su corto equipaje
y se asombra de lo que ha salvado,
pese a todo, en lo crudo del viaje.

Porque al fin, cuando quiso, no pudo.
Y perdió, por querer o negarse.
Tropezó, se cayó, tuvo nudos.
Pero siempre logró levantarse.

Y vio a tantos caer a su lado.
Disgregarse de crueles maneras.
Vio la muerte rondar su costado.
Vio el exilio, el dolor que doliera.

Vio el país que se fue poco a poco,
que se achica y se va, que lo dejan.
Y en el resto que tiene de loco,

va prendiéndole un fuego a su queja..

Héctor Negro

Poema del libro Gorrión del mundo, Marcelo Héctor Oliveri Editor

miércoles, 9 de septiembre de 2009

BOLICHE DEL GORRIÓN

       (Versos para tango)

                    I

Una lágrima de grapa se secó sobre la mesa.

El violeta de la noche, en el vaso se envinó.

Y bajó desde la niebla, desteñida, la tristeza.

Cuando se quedó vacío el Boliche del Gorrión.

 

Dormitaba en el silencio, el patrón, como añorando

las truqueadas de otros tiempos, cuando todo era mejor;

las historias desveladas que escuchó junto al estaño

y los curdas veteranos que se fueron sin adiós.

                    II

Boliche del Gorrión.

Porque fue como un nido,

donde la soledad

quiso encontrar abrigo.

Boliche del Gorrión.

Porque también fue tibio.

Así como el gorrión,

anónimo y sencillo.

 

Boliche del Gorrión.

Porque en su puerta echó a volar,

el sueño de algún loco

muchacho del lugar.

                  I Bis

Un fantasma de ceniza se deshizo con el alba.

Una luna de ginebra, de la lámpara bajó.

Y volvieron los temblores de las cálidas guitarras,

preguntando por la pena que contaba aquel cantor.

 

Era dulce su silencio, que poblaban los recuerdos.

Y tenía casi el gusto tan temido del final.

Y bajaban los gorriones con responsos mañaneros,

porque andaba la piqueta semblanteándole el umbral.

 

                                                           Héctor Negro

 

Del libro "Gorrión del mundo"