lunes, 31 de agosto de 2009

LA POESÍA DE MIGUEL CANTILO

La poesía de Miguel Cantilo, desde sus orígenes de cantautor, más allá del género al que hayan aportado por su orígen trovadoresco, ha captado y reflejado vastamente el espíritu y las peripecias de nuestra ciudad con vibración y autenticidad. Su paso por el rock y otros ritmos lo muestran siempre en su búsqueda e identificación con la realidad que nos envuelve y traspasa. Fiel a ella, nos ha dejado valiosos testimonios poéticos-cancionísticos que han llegado a expresarse hasta con ritmo de Tango, como no podía ser de otro modo proveniendo de un poeta de lo ciudadano. Muchas de sus canciones se han ganado el derecho a la perdurabilidad y la memoria de quienes las han sentido y disfrutado. Una de ellas, "Yo vivo en esta ciudad" nos invita y nos mueve a reproducir sus versos. Versos que en su obra conjunta no han buscado el facilismo ni el éxito mentiroso y se han convertido en verdaderos testimonios. (H.N.)

YO VIVO EN ESTA CIUDAD

Yo vivo en una ciudad
donde la gente aún usa gomina
donde la gente se va a la oficina
sin un minuto de más.

Yo vivo en una ciudad
donde la prisa del diario trajín
parece un film de Carlitos Chaplín
aunque sin comicidad.

Yo vivo en una ciudad
que tiene un puerto en la puerta
y una expresión boquiabierta
para lo que es novedad.

Y sin embargo yo quiero a ese pueblo
tan distanciado entre sí, tan solo
porque no soy más que alguno de ellos
sin la gomina, sin la oficina
con ganas de renovar.

Yo adoro a mi ciudad
aunque su gente no me corresponda
cuando condena mi aspecto y mis ondas
con un insulto al pasar.

Yo adoro a mi ciudad
cuando las chicas con su minifalda
parecen darle la mágica espalda
a la inhibición popular.

Yo adoro a mi ciudad
aunque me acuse de loco y de mersa
aunque guadañe mi pelo a la fuerza
en un coiffeur de seccional.

Pues sin embargo yo quiero a ese pueblo
porque me incita a la rebelión y
porque me da infinitos deseos
de contestarle y de cantarle
mi novedad.

(De “El cantar de Miguel Cantilo”- Ediciones Galerna-2008)

viernes, 21 de agosto de 2009

¿QUÉ ES BUENOS AIRES?

Un sueño malcrecido

a la orilla del Plata.

Las espaldas de un río

disparándose al cielo.

Un delirio enredado

entre asfalto y premura.

Un aguacero de humo

lloviendo para arriba.

Las madrugadas limpias

de los que la construyen.

Gardel, con su misterio

que se metió en el mito.

Un bandoneón  jadeando

desde una desventura.

Los cien barrios. La angustia

borrosa de las noches

caminadas a solas.

Un algo que me habita.

Todo eso más todo

lo que aquí se me escapa.

 

Eso es Buenos Aires.

La ciudad que inventaron

para que yo naciera,

para que el tango fuera

y después la llevara

a cantar por el mundo.

 

                                           Héctor Negro

HABRÁ UNA VIDA MEJOR

Yo paso rápido de la puteada al beso

y del gesto afectuoso al improperio.

Me voy tras las estrellas que me espían.

Frecuento el barro aunque lo tenga lejos.

 

El solitario oficio del que escribe

me llena de maniáticos desvelos.

Y el río turbulento de la gente

me cuenta en multitudes donde crezco.

 

He poblado tribunas rumorosas

y mesas de café como ermitaño.

He inflado mis pulmones de aire puro

y otras veces el vino me ha inundado.

 

En cosas del amor, fui brisa y fuego.

Y rescaté a Jesús dudando de Dios mismo.

Aprendí que el poder corrompe, oprime…

Y que la explotación es un delito.

 

Por eso estuve, estoy al lado del de abajo.

De los que nacen sin tener camino.

Y deben construirlo como pueden,

sin otra chance que su esfuerzo limpio

 

No sé si quedo bien con los que mandan,

o con el orden que han establecido.

Pero me siento bien con mi conciencia

y con la gente para quien escribo.

 

Y si esa gente no podrá saberme.

Porque siempre les dan más de lo mismo.

Voy levantando una esperanza nueva,

que de un tiempo mejor será testigo:

 

de lo mejor de mí, de lo que nazca

del hombre nuevo que forjará el siglo.

Y esta historia siniestra que nos mata,

será sólo un recuerdo mal vivido.

 

Mientras tanto tendré amores y odios.

Y cada cual sabrá por qué los digo…

 

                                                Héctor Negro