lunes, 30 de junio de 2008

"¿QUE TANGO HAY QUE ESCRIBIR?

Acerca de "lo nuevo"

por Héctor Negro

Una de las preocupaciones de quienes bregan por un tango-canción que tenga vigencia y represente y exprese las formas de sentir, los temas, el lenguaje y otros elementos del hombre actual (jóven o no), es la continuidad del espíritu renovador que el género supo exhibir siempre. La creación de tangos cantados que además de ser buenos y auténticos, sean actuales. Y valga aclarar que lo actual no está dado por un hecho cronológico(la fecha de su nacimiento), ni por el empleo de términos que pertenecen a una época presente o por lo menos cercana. También hay que saber distinguir lo nuevo de lo novedoso. Y evitar que por pretender ser demasiado nuevo, deje de ser tango. El tango tiene formas expresivas muy propias, un discurso reconocible como tal, estructuras que sin necesidad de ser rígidas, corresponden a su espíritu, suman a su continuidad, se reconocen "olfateándolas", porque justamente es lo que lo diferencia de otros cancioneros que también tienen sus méritos, pero que son otra cosa.

Lo nuevo de ayer

Cuando a principios de siglo, Villoldo escribía "La bicicleta" estaba

marcando tal vez sin proponérselo deliberadamente, la característica de lo nuevo en aquel incipiente tango cantado de la etapa que se definió como "prehistoria" del tango-canción. Del mismo modo que cuando construyó los versos de la milonga"Matufias"(o"El arte de vivir"), en la que denunciaba la corrupción, las falsificaciones, las malas artes, en fin, las"truchadas" de una época tan distante. A su vez, Pascual Contursi, al crear los versos de"Mi noche triste", inauguraba lo que con el tiempo sería la fascinante epopeya del tango-canción, señalando el límite de dos etapas. Detrás quedaban los tangos orilleros, alardeadores, expresión de aquellos compadritos que fueron sus inspiradores y protagonistas. Y se proyectaba la etapa del tango ciudadano, sentimental, la nueva canción de una nueva ciudad que dejaba de ser la Gran Aldea y que integraba como protagonista natural de su vida y su historia al inmigrante, tantos años blanco de ciertos desprecios, burlas y "cargadas" del porteño de fines del siglo 19 y principios del 20. El mismo inmigrante cuyos hijos fueron los inspiradores y protagonistas del tango, los creadores de ese nuevo canto en el que la nueva ciudad comenzaba a expresarse y verse reflejada. Y tan nuevo era todo, desde su temática hasta su intensidad emotiva, su lenguaje, sus personajes...,todo...Tanto que Gardel tuvo que "inventar"la forma de cantarlo, sus fraseos, sus múltiples matices, hasta sus cambiantes temperaturas, me animaría a decir. Y nuevos fueron los poetas populares que al conjuro de ese canto escribieron para el tango, cada uno con su propia voz, con su lenguaje, con su íntimo dolor o su encendida esperanza, con sus odios y sus amores. Y así surgieron, con su particular mundo instalado en el cosmos de esta ciudad imprevisible, los grandes y los modestos creadores, los cerca de 160 letristas que cantó Gardel, el singular Blomberg que escribió para Corsini, y entre todos ellos, los que marcaron etapas y fundaron escuelas y estilos, porque sencillamente fueron nuevos. Sirvan como ejemplos válidos y fecundos: José Gonzalez Castillo, que aportó la intención de embellecimiento literario marcando el comienzo de una escuela poética-cancionística que tuvo sus mejores continuadores y discípulos en su hijo Cátulo y en Homero Manzi; Enrique Santos Discépolo con su lenguaje y sus contenidos que fundaban una nueva poética tanguera enriquecida por su profundidad filosófica, su magistral manejo del"grotesco" y su personal manera de expresar la desesperación, la indefensión y la desesperanza, entre otras cosas. Y otro más cercano, que por supuesto no agota la rica nómina de reconocidos renovadores, pero ilumina una de las más brillantes épocas del tango-canción: Homero Expósito, imaginativo, audaz, con incursiones surrealistas y metáforas sorprendentes, ejemplo cabal de lo nuevo de su tiempo.

Lo nuevo de siempre, el aquí-ahora y lo intemporal

Por eso y muchas cosas más, lo bueno es que siempre hubo tangos nuevos(lo que no significa que todo lo nuevo sea bueno). Que reflejaron el espíritu y las preocupaciones del hombre ciudadano de cada tiempo, los paisajes cambiantes, las formas de amar y de recordar el pasado, los permanentes y diferentes problemas, los personajes. En el tango siempre rondó la nostalgia como tema(pareciera que ineludible), el paso del tiempo impiadoso con las cosas del ayer, los recuerdos...Pero los verdaderos poetas supieron siempre recrearlos con lenguajes y puntos de vista originales, con renovada expresión. Recordemos "Sur", "Barrio de tango","Tinta roja", "Patio mío","Percal "..., es decir: recorramos la obra de los verdaderos poetas de nuestra canción. Homero Manzi, Cátulo Castillo, Homero Expósito, García Jimenez, Enrique Cadícamo y tantísimos más. Y detengámonos en el singular ejemplo de Héctor Pedro Blomberg que supo ser nuevo reconstruyendo un pasado histórico y personajes de leyenda ("La pulpera de Santa Lucía", "La mazorquera de Monserrat", "La viajera perdida"), en el casi olvidado Samuel Linnig (que descubrió e inmortalizó a "Milonguita"), en el "negro Cele" que pintó una epopeya suburbana con sus personajes y sus maneras de sentir, de sufrir, de reconvenirlos desde su óptica que observó y retrató al Centro desde el mirador del barrio , con el color de ese chapaleado cristal. Cada uno desde su lugar y su tiempo. Lo que para nosotros sería el hoy y aquí. Que no impide abordar los temas eternos del ser humano: el amor, las pasiones, el paso del tiempo, el misterio de la muerte, los dramas sociales, la esperanza... Y tener el pincel afilado para reflejar los cambios, para testimoniar nuevas formas de ser, utilizando la presencia de los nuevos elementos de la realidad, pero funcionalmente, no para vestir de"pseudonuevo"lo remanido, ni para ocultar retóricas vacías.

Para crear los tangos del siglo que se fue y del que llegó

Por eso, aunque el repertorio tanguero tiene una carga de testimonio y poesía para cubrir décadas, nuestro compromiso, nuestro verdadero desafío debe ser: escribir los tangos que dentro de algún vagón de años representen al final del siglo 20 y al comienzo del 21. Para que cuando los habitantes curiosos y sensibles de los tiempos futuros se pregunten: "¿Qué nos dejó el tango de ese tiempo?(el nuestro), tengan obras para conocernos y para cantar, testimonios que nos representen; en definitiva, la continuidad de un cancionero que ocupa sin duda un lugar privilegiado entre los cancioneros del mundo, por su jerarquía poética, su profundidad y su nivel reconocido ya en diferentes latitudes del planeta que nos toca habitar. Nada menos...

¿QUE TANGO HAY QUE ESCRIBIR?

Apuntes y reflexiones para una poética del tango actual

por Héctor Negro

En su libro "Evaristo Carriego"(capítulo XI:Historia del Tango-Las letras), escribió Jorge Luis Borges hace más de medio siglo, refiriéndose justamente a las letras de tango:..."también podríamos decir que éstas forman una inconexa y vasta comedie humaine de la vida de Buenos Aires. Es sabido que Wolf, a fines del siglo XVIII escribió que la Iliada, antes de ser una epopeya fue una serie de cantos y de rapsodias; ello permite, acaso, la profecía de que las letras de tango formarán con el tiempo, un largo poema civil, o sugerirán a algún ambicioso la escritura de ese poema..." Esta conclusión no es más ni menos que el reconocimiento, con la perspectiva del tiempo, del valor testimonial de los versos de nuestro cancionero popular ciudadano por excelencia. Sin incursionar en este caso en otros aspectos como el alto nivel y el vuelo literario de buena parte de ese cancionero, que suele alcanzar y habitar el territorio de la auténtica poesía.

El valor de una herencia enriquecedora

Para cualquiera que recorra con cierta curiosidad e interés esos textos que llenan centenares de antologías, publicaciones en revistas y sirven de innumerables ejemplos en serios estudios de época, ensayos e historias de la vida y costumbres de las ciudades y pobladores urbanos de todo el radio de influencia del espíritu rioplatense y algo más, ha de resultar fácil llegar sin mucho esfuerzo a esta comprobación. Y para quien no desee tomarse ese grato trabajo, basta que recurra al sinnúmero de grabaciones de distintas épocas e intérpretes para llegar a la misma conclusión. Al márgen del tratamiento de los grandes temas de la peripecia humana: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la esperanza, el cariño y devoción del hijo hacia su madre, la amistad, etc., ha de encontrar en los tangos de todas las épocas los verdaderos testimonios de la realidad de cada tiempo. De lo social, lo paisajístico, lo cotidiano, los personajes de la vida diaria, los hechos y avatares de la aventura de su gente, mucho de lo admirable de ella y también algo de lo desdeñable, ya que el tango le cantó a la vida misma en todos sus aspectos, sin ocultar sus miserias (materiales y morales). Producto de la observación e inspiración de sus poetas populares y de sus modestos vates o cronistas que no eludieron las aristas multifacéticas ni los claroscuros propios de las épocas en que cantaron a su pueblo con entera fidelidad.

Si bien el tango no fue el cronista urgente y puntual de cada hecho o circunstancia recogido del ayer inmediato, sí resultó en consecuencia, el testimonio de una realidad que no encontró mejor ni más legítimo vehículo para expresarse. Toda la influencia de la poesía de Carriego, pintando el Palermo de su época, se derramó sobre la inspiración de los protagonistas de la llamada "hermosa y apasionante epopeya del tango-canción" que protagonizaron la legión de poetas desde Pascual Contursi en adelante, que nunca dejaron en el olvido las certeras pinturas y alardes que Villoldo dejó como colorida base y punto de partida insoslayable. Tanto que en los repertorios debidos a la inspiración del propio Contursi, Celedonio Flores, Gonzalez Castillo, García Jimenez, Cadícamo, Discépolo, Homero Manzi, Lepera, Cátulo Castillo y tantos otros pasando por el talento original y brillante de Homero Expósito hasta llegar a nuestros días, está la muestra indesmentible de esa actitud que nos ayudó a conocer mejor al Buenos Aires del siglo que pasó. Y valga reconocer que por razones de espacio, apelamos a ese "tantos otros" que nos brindaron verdaderas páginas de antología, valiosas y perdurables, entre los que quedan reconocidos los aportes de Benjamín Tagle Lara, Julio y Alfredo Navarrine, José de Grandis, Armando Taggini, Héctor Pedro Blomberg, Eugenio Cárdenas, Mario Battistella, Manuel Romero y la riquísima nómina de los poetas que cantaron Gardel, Magaldi, la Simone, la Maizani, la inolvidable pléyade cantores de los '40 con el agregado siempre del salvador etc., nunca tan necesario como aquí.

Lo cierto es que en sus versos encontramos la vida, los paisajes, los personajes, los hechos y tantas cosas más de una ciudad de la que somos hijos y apasionados protagonistas cotidianos.

Baste recordar a modo de ejemplo algunos títulos que nos remiten a lo afirmado en estas líneas: Flor de fango, Ventanita de arrabal, Viejo Smoking, Corrientes y Esmeralda, Margot, Muchacho, Bajo Belgrano, Barrio Pobre, Lunes, Melodía de arrabal, Mi Buenos Aires querido, Muñeca brava, Niebla del Riachuelo, Compadrón, Bailarín compadrito, Puente Alsina, Ventarrón, Siga el corso, El carrerito, Buenos Aires, La muchacha del circo, La gayola, Mano cruel, Sos de Chiclana, Lechuza, Organito de la tarde, Giuseppe el zapatero, Cotorrita de la suerte, Paseo de Julio, Jirón porteño, Silbando, Manoblanca, Barrio de tango, El pescante, La calesita, La cantina, Cafetín de Buenos Aires, Yira Yira, Al pie de la Santa Cruz, Afiches, Tristeza de la calle Corrientes, Sexto piso...,y la lista sería abrumadora e interminable. Ese es el ejemplo de los grandes creadores, ese es el camino que nos dejan señalado, ese es nuestro legítimo patrimonio poético-cancionístico. Valgan las mejores expresiones, la contundencia de su perdurabilidad, su continuo retorno a las apelaciones testimoniales y emocionales. Y grato es comprobar y afirmar que luego de los '40 la línea continúa airosamente representada. El Chiquilín de Bachín y la Balada para un loco de Ferrer, por ejemplo; El corazón al Sur, Sin piel o A un semejante de Eladia Blazquez, nuestros Bien de abajo, Esta ciudad, Un lobo más o Viejo Tortoni; el Café La humedad y Garganta con Arena de Cacho Castaña; la Cantata Buenos Aires , El último round o Cordón, de Chico Novarro. Y así continuaríamos con el grato presente de Pompeya no olvida, de Alejandro Schwarman (para citar a uno de los novísimos)...y los que siguen, numerosos y legítimos, dignos de sumarse a esta nómina que requeriría un voluminoso tomo con una lista apabullante en número y trascendencia.

Y no es redundante repetirlo: ese es el camino, el ejemplo válido consagrado por el tiempo y la preferencia de gentes de distintas generaciones, de intérpretes que supieron hurgar entre tanta verdad cantada que resistió al olvido. Cantarle a la vida, a la peripecia humana que trajina esta multánime y contradictoria ciudad, que en su espíritu y su ajetreo abarca y representa a muchas. Como escuché decir muy lejos de estas tierras, en uno de los festivales de tango de Granada (España): "el tango es la expresión del hombre urbano contemporáneo", reconocido y admitido por tantos fieles y devotos tangueros de distintas latitudes. Cantar la vida, la verdad del hombre actual (que es el de siempre), los nuevos y cambiantes paisajes, pintar cada "aldea", barrio o rincón como quien pinta un pedazo de mundo de este siglo-milenio que plantea este hermoso desafío. Sin olvidar que la realidad no excluye el territorio de los sueños, ni el testimonio se contradice con la más alada de las fantasías. Y cantar, como dice por allí certeramente alguna canción sin tiempo: "con toda la voz que tengas", pero con la tuya, y a lo que sientas sensiblemente, no por imposición sino por necesidad. Luego vendrá el resto de esta imprevisible aventura de la canción, que sólo, el poeta-autor no ha de resolver. La inspiración melódica (anterior o posterior a los versos), ineludible para que la obra sea; la interpretación, sustentada por un acompañamiento que traduzca un "arreglo" que sepa iluminar su espíritu; la imprescindible comunicación con el público; la posterior y necesaria difusión que habrá que ganar luego de la vitalmente necesaria grabación... En fin, muchos aspectos que no dependen solamente del poeta-autor y que requerirían un tratamiento especial y un análisis pormenorizado.

Lo nuevo de cada tiempo

Pero el desafío del hecho poético-cancionístico tiene hoy (y siempre) requerimientos insoslayables. Y una exigencia ineludible: talento creador. Cosas que a nuestro pueblo no le faltan. Y que cada generación de jóvenes renueva con sorprendente frescura, capacidad de asombro y vocación de descubrimiento.

Algunos autores, en general buenos autores pero desconcertados por la"crisis" del tango-canción de los últimos tiempos, llegaron a afirmar que los viejos y permanentes temas del tango iban desapareciendo con el cambio que se operaban al correr de los tiempos: se iban los corralones, los farolitos, cambiaba la edificación arrasando con los viejos patios, dejaban de existir antiguos cafés, arraigadas costumbres, empedrados, carros, personajes,etc. Y los viejos letristas parecían quedarse sin temas. Pero la cuestión era y es que los temas, los personajes, las costumbres, todo, cambia como la vida misma.Yaparecen permanentemente elementos nuevos de la realidad que antes no existían y que cada creador debe saber "descubrir" desde su óptica

de observador. ¿Acaso antes había semáforos, pasacalles, computadoras, internet, celulares, supermercados apabullantes, prisas sin sentido, comer de parado y al paso, stress producto del vivir vertiginosamente..?. En 1931, un gran exponente de nuestra letrística tanguera, don Enrique Cadícamo decía, lejos de Buenos Aires: "alguien me ha contado que estás floreciente/y un juego de calles se da en Diagonal..."(Anclao en París). Estaba incorporando ese nuevo elemento de la realidad, de la geografía porteña. Y eso fue sucediendo desde siempre. Y si en ese Buenos Aires de 1931, mientras se abrían las diagonales se apagaba el último farol, también la piqueta comenzaba a llevarse los viejos conventillos y pronto los edificios horizontales pasarían a ser parte de su paisaje. Y en lugar de aquella "ventanita de mi calle de arrabal/donde sonríe una muchachita en flor..."(Mi Buenos Aires querido), alguien, otro poeta de los grandes del tango, escribiría algunos años más adelante: "Ventanal, ventanal de un sexto piso,/ vos perdida, yo sumiso/ y esta herida que hace mal..."(Sexto piso).

Y esa es la cambiante realidad que el tango debe reflejar en función de abordar los grandes temas de siempre, expresados en el lenguaje que el tiempo crea y exige, dentro de la más plena intención poética porque la cuestión no se resuelve con el uso y abuso de palabras actuales tiradas al voleo, sino con un trabajo de verdadera creación que tenga en cuenta la invalorable herencia que mencionamos y los requerimientos de un género que a esta altura de su evolución ya no admite chabacanerías baratas.

Los auténticos autores, permanentes en su búsqueda, jóvenes y no tanto, pero nuevos en su concepción y factura, sabrán -y ya lo están demostrando- encontrar los caminos para expresar el tango del siglo XXI. Que ha de ser el tango de siempre, pero fiel representante de la época que les ha tocado vivir como testigos y cronistas comprometidos. Y lo harán cantando con su propia voz y estilo.

Es de desear que sea con los ritmos de nuestro legítimo cancionero. Para prolongar esta apasionada e inconclusa historia que nos permite recurrir a nuestro mejor y más fiel vehículo para expresar lo más trascendente, lo más emotivo, lo más sencillo y lo más sublime. En el tres mil también...

¿COMO QUE NO HAY TANGOS NUEVOS?

por HECTOR NEGRO

 

     Con relación al tango y desde dentro y fuera de su ambiente, algunos interrogantes que requieren cierto conocimiento para ser respondidos, se resuelven habitual y facilmente con la negativa. Una de las que suelen repetirse con toda liviandad es "no hay tangos nuevos" o "ya no se escriben tangos". Lo que implica negar también a los autores y compositores contemporáneos. La existencia de unos cuantos apellidos y títulos conocidos y en plena vigencia (y circulación los últimos), bastaría para desbaratar la negativa. Pero esa es simplemente "la punta del iceberg" , lo que se ve desde una simple mirada. Están y existen los demás, los autores que crean sus obras y aun son inéditos o no estrenados, o son estrenados, grabados y poco o nada difundidos. Esto último es lo más difícil de demostrar, pero una seria y paciente búsqueda permitiría hacerlo. La posibilidad que me dan, por un lado la actividad periodística y docente y por el otro la oportunidad de ser Jurado de distintos concursos recientes y actuales, me han permitido comprobar lo que sostengo.

     Pero ahora, un hecho recién acaecido resulta más elocuente que todos los demás argumentos y demostraciones: el Concurso de Tangos organizado por SADAIC durante el año 1999. En él se presentaron 1500 obras inéditas (letras y músicas), que aunque comprendían todo el género ciudadano (también milonga y vals), en su gran mayoría son tangos.

    Aun suponiendo que algunos autores (pese a que el reglamento no lo permitía) hayan presentado más de una obra, podemos pensar facilmente en no menos de 1300 binomios autorales. Aunque, como ocurre en todos los Concursos, no todas las obras alcancen un nivel exigible de calidad, ni existe la garantía de que surjan temas trascendentes (ni tampoco la imposibilidad) por su factura o repercusión, la cifra habla por sí misma.

    Esto demuestra que cuando se abren oportunidades concretas en un marco de seriedad (premios, difusión, grabaciones), las obras aparecen. Y son de hoy, estaban agazapadas, tapadas por los incontables problemas que padece el género. El hecho cierto es que ante una convocatoria seria y confiable han concursado 1500 obras nuevas. Y muchas, según nos consta, llegaron de las manos de jóvenes autores. ¿Hay o no nuevo repertorio en el Tango? Lo mismo ocurre todos los años en los Concursos organizados por el Fondo Nacional de las Artes hasta la fecha y en otras manifestaciones de distinto nivel e importancia. No hay nada más elocuentes que los hechos. Y aquí sobran ejemplos.

sábado, 21 de junio de 2008

NOCHE DE LAVALLE Y PARANA

(Tango)

I

Silbo tenaz, mi propia melodía

y temblequean las estrellas flojas.

Cuando en la luna un nubarrón se moja,

velando el brillo de mi fantasía.

Voy trajinando mi melancolía,

por este río turbio de la calle.

Y donde chocan Paraná y Lavalle,

la noche sin "estrés"

se enreda entre mis pies.

II

En esta esquina recalaba Homero

y está su nombre escrito en esta ochava.

"El Aguila" de ayer, hoy es recuerdo.

Las luces mueren ya, Lavalle está apagada.

Sueños de autor que el día dispersó.

Tan sólo queda el verso

gris de mi canción.

I Bis

Tenues fantasmas que apuraba el día,

se fueron yendo con la luz cansada.

Vértigo roto, tarde alucinada

que se borró con su cristalería.

Está sentado Homero con sus duendes.

Crepuscular, urdiendo su poesía.

Y allá en Corrientes el trajín se enciende,

mientras se duerme ya

"Lavalle y Paraná".

Música de Antonio Rodriguez Villar

Letra de Héctor Negro


jueves, 19 de junio de 2008

NOCHE DE LAVALLE Y PARANA

                                        por HECTOR NEGRO

Algunos lugares se borraron de mi memoria y otros de la cuadra. Pero ese tramo, que cruza Lavalle desde Paraná hasta Montevideo, ha sabido encerrar y aún persiste en hacerlo, un mundo vital y rumoroso de bohemia diurna y un colmenar de sueños y ajetreos, que se motoriza desde la sede de SADAIC. Y recuerdo al viejo Café El Aguila, a El Nuevo Aguila, al ya ausente Barjama, al Bar Carlitos, donde desde el mediodía hasta el crepúsculo corrían los tintos fuertes, en las mesas que ocupaban autores, poetas, folcloristas y tangueros, hasta que la tarde se apagaba. Y los boliches de la vereda de enfrente, la de los números pares, algunos de los cuales aún resisten.

Pero en la cuadra de SADAIC, todavía siguen merodeando los duendes de Homero Expósito, con quien una tarde de verano en El Aguila nos tomamos 27 vasos de vino, entre charla y poemas, tangos y magia. Desde ese tramo hasta su casa, que estaba en la otra cuadra, paseaba su respetada figura cruzando la esquina de Lavalle y Paraná que hoy lleva su nombre. Una noche pasé por la esquina y me sentí en otro lugar. Los cafés con luces tenues, algunos cerrados, vacía, ya desvanecidos los rumores, sólo atravesada por fantasmas que eran como visiones. Por eso, al poco tiempo escribí con música de "Toñito" Rodriguez Villar un tango que intentó atrapar ese misterio porteño: Noche de Lavalle y Paraná.

martes, 3 de junio de 2008

OSCURA DE PIEL BESADA (milonga con Osvaldo Avena)

      Milonga negra (o Candombe)

 

             I

Los negros se la llevaron en una noche de luna.

Un blanco quedó penando,la quiso como a ninguna.

Se fue por la noche larga,perdida en los tamboriles.

Detrás de una estrella negra,los ojos como candiles.

 

Mandinga prendió la mecha

cuando en el baile se desató.

El fuego de sus caderas

volcó en la hoguera su resplandor.

 

La danza,que nunca alcanza,

por un abismo se la llevó.

 

          (Copla)

Los negros se enamoraron de sus ojazos que ardían.

La raza metió en su sangre esa fatal brujería.

El alba quemó carbones que de las motas brotaban.

Como las chispas traviesas,élla bailaba,bailaba...

 

             I Bis

El sol lastimó sus ojos cuando bajó hasta los cueros.

Las manos en los tambores repiqueteaban:"te quiero".

Oscura de piel besada,diablura de son moreno.

La raza soltó su fiebre,la noche su desenfreno.

 

La raza,siempre la raza,

como una bruja la cautivó.

Fantasma que vuelve y pasa,

la vieja raza la engatuzó.

 

Oscura de piel besada.

La misma raza se la llevó.

 

     (Para final)

Por la danza fue.

Allí se perdió.

Con la morenada

quedó robada

su piel besada

que amaneció.

 

La robó el tambor.

La perdió la piel.

Y la morenada

enamorada

la quiso bien.

 

      (Para repetir)

Oscura de piel besada,diablura de son moreno.

La raza soltó su fiebre,la noche su desenfreno.

 

         Música de Osvaldo Avena

         Letra de  Héctor Negro

CON ROSARIO MASE

 

Prologo para Vida de perro, de Homero Expòsito

                               A   MODO DE  PRÓLOGO

 

De alguna manera, íntima y silenciosamente (al igual que todos los admiradores y devotos de su poesía derramada en canciones), sospechábamos que nuestro querido  y fecundamente talentoso Homero Expósito, nos tenía bien guardada en algunos de sus cajones o huecos predilectos, otro estallido inesperado de poesía que surgiría en cualquier momento y bajo cualquier forma. Si bien hemos escrito hace poco eso que recurrentemente sentimos: "su poesía nos sigue alumbrando" , lo que guardábamos en algún recoveco de nuestra expectativa esperanzada era acceder al conocimiento de algunas de las tantas cosas producto de su inventiva poética, que inevitablemente tenían que aparecer desde cualquier hallazgo. A modo de legado, herencia para compartir o travesura escondida que llegaría para asombrarnos. Y de tanto extrañarlo, cerquita del comienzo del nuevo siglo-milenio, uno de los herederos-custodios de sus borradores que seguramente crepitan a la espera de un "Levántate y anda" (su esposa Nelly) nos hace saber que existe un libro de poemas totalmente inédito producto de la inagotable fuente creadora de poesía que fue Homero y para colmo(como para desestabilizarnos emocionalmente) nos propone escribirle unas palabras a modo de prólogo.

            Tenían que existir descubrimientos como este "Vida de perro", libro pleno de poemas que –fatalmente- fueran parte de una obra que más allá de sus admirados y conocidos tangos y canciones, dieran cauce a tanta creatividad poética. Sólo conocíamos, de lo publicado en vida por Homero, su libro de canciones y poemas "Milongas de John Moreira" (1968) y una recopilación de lo más importante de su cancionero que publicó en 1978 Torres Agüero Editor, que no era poco al fin, pero presentíamos más. Y el correr del tiempo, desde su partida de este mundo, nos mantuvo alertas. Ya  que como escribiera alguna vez Raúl Gonzalez Tuñón: "La poesía es una e indivisible" , era de esperar de ese enorme caudal de poesía (volcado casi todo en canciones), más poesía que inevitablemente habría de conocerse. Porque quien supo decirnos que ..."tu forma de partir, nos dio la sensación/ de un arco de violín/ clavado en un gorrión"...., "Te fuiste de tu casa./ Tal vez nos enteramos mal..." y ..."luego la verdad,/ que es restregarse con arena el paladar..." y hablar de unas ..."Trenzas del color del  mate amargo...." capaces de endulzar un "letargo gris...". Y un sin fin de imágenes audaces y sorprendentes enriqueciendo un cancionero insuperable...Quien llegó a esas alturas poéticas ejerciendo el oficio de la canción, tenía resto para alumbrarnos aún más con su talento poético.

            Y así llega "Vida de perro" a nuestras manos, precedido su contenido por una foto de Homero con su perra, que para quienes lo conocimos, era como una parte de él mismo. Si lo habremos visto, a veces horas después de la medianoche pasar con ella por la esquina del viejo "Ramos" de Corrientes y Montevideo, llevándola para que en su compañía se familiarizara con el paso de los trasnochadores, bohemios empedernidos y aspirantes a poetas y literatos que vagabundeaban por la noche porteña. Homero y su perra eran como algo que completaba el paisaje de los trasnochadores de entonces. Eran como una insólita y simpática pareja-imágen que reaparecía noche a noche por los alrededores de ese baluarte porteño de Corrientes y Montevideo o desde Lavalle y Paraná. Cierta noche en la que me crucé por allí cerca con un veterano cantor de tangos(ya fallecido), me contó con un candoroso asombro: "Acabo de ver en la Plaza Lavalle, a un tipo que hablaba con un perro...Pero no, no era un loco, era Homero Expósito..." No podía ser otro. Era tanto ese ser canino para él, que un día se  metió en su cuerpo y en su espíritu y estoy seguro que con la aprobación de él, escribió poemas como si fuera ese mismo animal, su querida perra convertida en poeta. Tanto se mimetizó con ella misma(con la que  se comunicaba hablándole en varios idiomas, haciéndola cantar también al son de su guitarra.), que se metió en su piel, en su corazón, en sus sentimientos y en sus reflexiones, y la hizo expresarse con el  lenguaje de la más audaz y empinada poesía, que agrupó certeramente en este libro. Y le hace decir lo que él siendo ella, se diría a sí mismo. Y a través de ella, desnuda crudamente mucho de la hipocresía y las actitudes deleznables del género humano, sus defecciones, sus agachadas y sus pequeñas y grandes miserabilidades. Y logra también ver y rescatar ciertas virtudes, acciones encomiables y sobre todo la mágica  y a la vez riesgosa y generosa condición de poeta con todas sus contradicciones, grandezas y debilidades que van surgiendo al correr de los versos. Ella viaja, observa, medita y en complicidad con su dueño(que se apropia de su voz como en  un juego angélico y diabólico a la vez) va desnudando aspectos de lo que conforma la condición humana, con sus miserias y grandezas, sin renegar de su condición animal ligado a la peripecia de su especie, ni desconocer la de quien habla por ella  con ese inusitado vuelo. Que a veces se convierte en su hermano, le da su ternura y recibe las muestras de la suya, aunque ella no le mezquine sus reproches oportunos, sus reflexiones y sus sentimientos que  se transfiguran en un eco de sí misma y  cobran formas de versos como volviendo desde el fondo de un espejo inapelable. Y nos dice por allí: "Has de entender humano mi lenguaje./ Sucede  que los perros/ somos bastante humanos, aun sin traje/ y con menores yerros." Leer este poemario es entrar en un universo a veces desconcertante, pero siempre lleno de vida e imprevistos..."ya que el poema empieza/ en el momento que el poeta quiere./ Y el horizonte se prolonga o muere/ en las cuatro paredes de la pieza...", según nos dicen ella/él. Que no en vano ha ejercitado con maestría el riguroso oficio de la canción y sortea laberintos expresivos con su audaz y funcional juego de rimas y musicalidades que enriquecen el  desarrollo de versos que se suceden provocando un saludable  goce estético, temblores emocionales y sobre todo haciendo pensar.

            En resumen, otra sorprendente y oportuna "travesura" poética de nuestro bien querido y admirado Homero Expósito, esta vez volcada en un libro que se  lee  y  se disfruta como sus más audaces y  recordados tangos y canciones.

 

                                     Héctor Negro

                                      Junio de 2006